In my dreams (prv)

Deje a mi rebaño bien enjaulado y camine mas alla del bosque de Earendil, pero sin meterme en esos sitios peligroso que ya conocia bien, de la peor manera, pero bien. Acompañado de mi fiel lobo Eric quien iba guiandome a quien sabe que lugar, tras un rato largo me canse de caminar y le sugeri a mi lobo, como era bastante grande (anormalmente grande para un lobo normal) que me llevara sobre su lomo. Asi fui la mitad del camino descansando los pies hasta que escuche el sonido del agua caer con fuerza.

-un lago Eric?- pregunte con una enorme sonrisa en el rostro mientras llegabamos al lugar. Una cascada de agua limpia caia sobre un remanso de agua cristalina. Me baje del lobo del lomo y corri hasta aquel magico lugar. Seguramente no era el unico que disfrutaba de ese lugar, pero no me importo.

Me quite las ropas y las deje al cuidado de mi lobo para ir metiendome poco a poco en ese agua, escapandoseme un pequeño grito al sentir la frialdad de la misma.
-mm..- pero conforme me fui metiendo el agua era mas agradable. Me sumergi por completo buceando un poco, el agua era tan clara y dulce que podia ver en ella sin que los ojos me dolieran. Emergi soltando un suspiro placentero, deje que mi cuerpo flotara y cerre mis ojos disfrutando de aquello.

Aquel soleado y fresco día en que la primavera comenzaba, había ido con mis hermanos elfos a la celebración del comienzo de la misma. A las doce en punto habían comenzado las danzas que llamaban al florecimiento de los nuevos retoños de los árboles y plantas, el brote de las semillas y el abrir de las corolas de las miles y coloridas flores que cubrirían el bosque.
Mis pies se movieron solos dentro del mágico círculo y dancé toda la noche al compás de élficas melodías, acompañándolos yo también con mi dorada lira. Al despuntar el alba me sentía algo cansado, pero feliz y dichoso de aquella hermosa noche bajo la Luna llena. Pero la celebración no culminaba allí, al menos para mí, es más, apenas comenzaba, pues las ninfas del lago deseaban ofrendarme con sus propias danzas y melodías, así pues, sudoroso y feliz me dirigí hacia ese conocido lago de aguas tan límpidas y cristalinas de color aguamarina en donde desembocaba una preciosa cascada, mientras me despedía de mis hermanos elfos y las hadas que se retiraban a un merecido descanso.
Al llegar al lugar, me despojé de mi alba túnica dejando mi cuerpo al descubierto totalmente, dejando solamente en mi cabeza la corona de flores blancas que adornaban mis cabellos plateados,después de todo, el pudor y la vergüenza me eran desconocidos, mientras las ninfas me llamaban con sus suaves voces, invitándome a refrescarme en el lago junto a ellas. De un solo chapuzón me arrojé a las frías aguas, nadando cual pez mientras las ninfas me rodeaban.
Reímos y nadamos hasta que el Sol llegó a lo alto, entibiando las aguas aún frías por la despedida del invierno y cubriendo mi cuerpo con un suave y delicioso calor. A esas horas de la mañana, nos dirigimos a la gran roca en medio de la laguna, descansando mientras reíamos y conversábamos de cosas triviales, mientras las ninfas cubrían mi cuerpo de fragantes nenúfares. Casi cerraba los ojos, cuando algo flotando sobre el lago llamó poderosamente la atención, espababilándome de inmediato. Al principio pensé que se trataba solo de un tronco, pero al incorporarme rápidamente al sentarme en la roca, pude divisar que se trataba de un humano, no es que lo supiera, pero así lo pude percibir.
Las ninfas, alertadas por mi repentino movimiento y por la presencia del desconocido, se lanzaron al agua nada más verlo, nadando hasta el fondo del lago para esconderse. Ellas siempre resultaban muy esquivas ante la presencia de las personas, aún de algunos dioses, pero yo, acostumbrado a la presencia de ellos y movido por mi innata curiosidad me arrojé al agua, nadando hasta quedar a escasos metros de él.
Lo observé con detalle, desplazando mi vista por su desnudo cuerpo, tan perfecto, tan igual al mío, pero tan diferente a la vez. Nunca había tenido la oportunidad de presenciar a un humano más adulto desnudo, y aquello me causaba una gran curiosidad, así que deslizándome sin hacer ruido, me acerqué al joven quedando mudo de asombro ante la finura y belleza de su rostro, y aquellos dorados cabellos como el Sol que cubrían su frente. Estiré mi mano, tocando su rostro, bajando por su pecho, sintiendo en la punta de mis dedos el suave calor que su sedosa piel desprendía, maravillado por su textura.

Ajeno a lo que a mi alrededor pasaba segui flotando como si el mundo no existiera a mi alrededor, sento como las aguas se movian mas violentamente o menos, pero yo lo interpretaba como el tenue oleaje de la cascada. Puesto que no escuche ningun sonido de Eric supuse que se habia marchado a cazar algo para comer, no me preocupo, el siempre volvia.
¡Que tranquilidad y que paz! Atras quedaron los dias de guerra, los dias de pecado ahora era un alma de la naturaleza, un pastor y nada mas y quizas nadie comprendiera lo feliz que era yo entre los animales o quizas si, no lo se.

Abri mis brazos moviendolos lentamente dejandome llevar por las vibraciones de aquella laguna hasta que un estremecimiento me invadio producido por unos traviesos dedos de ¿Quien?
Deje de flotar al tiempo que abria mis ojos asustado, no por el hecho de que me tocaran si no por el hecho de que se habian acercado tanto sin haber escuchado nada.

-¿Que pasa? ¿Quien eres?- dije alejandome de un niño del cual apenas me habia percatado mas luego tiempo tuve de hacerlo. Sus ojos eran como dos grandes oceanos en donde los matices celestes convivian con los aguamarina, su cabello nieve y su rostro el de un tierno y aparentemente bondadoso niño. Mire a mi alrededor buscando a alguien, quizas el padre de la criatura, algun familiar -¿Te has perdido joven?- pregunte sonriendo con encanto, mas relajado, no tenia por que ponerme a la defensiva con un jovencito tan hermoso como este.

Me sobresalté un poquito ante su brusco movimiento como huyendo de mí, y casi me pongo a hacer un puchero por su reacción. haciendo que los rayitos de Sol matutino se opacaran, después de todo, yo era incapaz de hacerle daño a alguien, mas cuando me sonrió de nueva cuenta, sonreí también, y los rayos del Padre Sol se iluminaron ante el poder de mi sonrisa, cayendo de forma perpendicular, haciendo bellos destellos luminosos y coloridos sobre las aguas.

Sin mediar palabra, le dediqué una misteriosa mirada y me sumergí en las aguas, nadando bajo ellas a medida que mi cuerpo se confundía entre los cálidos destellos solares hasta emerger un par de metros de donde estaba aquel chico.
Estirando los brazos al aire, dejé que pequeñas gotitas de agua salieran disparadas desde la superficie del lago, impulsadas por mis manos, y las gotitas surcaron el aire, creando reflejos tornasoleados al ser traspasadas por los rayitos de Sol, creando toda una fantasía de colores, como fuegos de artificio, mientras una cantarina risa brotaba de mis labios, tan alegre como el mismo espléndido día que comenzaba a despuntar al alba.

Miré de nueva cuenta al chico, y aún sonriéndole, contemplando como él miraba embelesado el pequeño espectáculo creado por mí para él, aproveché su distracción y me sumergí nuevamente solo para emerger a su lado y tocar con mi índice diestro suavemente su hombro, y así captar su atención.

- Hola ... me llamo Apolo, y no ... no me he perdido para nada. -

Mi voz, aunque de tono bastante infantil, sonó clara y melodiosa, flotando como un mágico gorgeo de ruiseñor en el ambiente, acompañada de aquella igualmente melodiosa risa alegre que siempre me caracterizaba. Me divertía el hecho de que aquel lindo muchacho pensara que yo estaba perdido. Quizá ante él era solo un chiquillo normal y común, y aquella idea me agradaba.