Alas rojas [Libre] -Entrar con cuidado-

El sol del mediodía se posaba en lo alto del cielo. Era perfecto para que todos los mortales y otros seres disfrutaran del almuerzo del mediodía. Incluso los dioses estarían deleitándose con exquisiteces en sus palacios flotantes.

Las arpías solían comer en cualquier hora y su comida favorita era animales pequeños y carroña. Una muerta era una gran fuente de vitaminas así como el pescado fresco de la costa, este ultimo bastante difícil de conseguir.

Alesha estaba posada en lo alto de un acantilado comiendo un delicioso pescado, con escamas, espinas y crudo. Incluso aun estaba vivo cuando ella iba por el tercer bocada ya. Un grupo de arpías y cuervos se le acercaron para ver si podían quitarle algo pero Alesha ya conocía esas tretas y expandió sus alas dando unos fuertes graznidos, haciendo así que sus compañeras volaran bastante lejos de allí. Una trato de enfrentarla agitando las alas también, pero pronto recibió de regalo una cachetada en la mejilla haciendo que huyera como las otras. Por suerte Alesha no tuvo que usar las garras, solo las usaba cuando la amenaza era bastante fea.

La mujer alada termino de comer el pescado rápido y dejo los restos en el suelo, para luego recostarse un rato y mirar al horizonte. Ahora que estaba bien alimentada con su mirada trataba de buscar algún viajero o comerciante para joderlo un trecho y así poder obtener algo...y si este era algo distraído quizás podría robarle algo de oro o plata.

Se acababa de levantar de uno de sus profundos sueños gracias a la joya de su antiguo orden y se decidio caminar por aquel lugar de comerciantes. Se encontraba al principio intercambiando unas joyas que habia arrebatado a unos ilusos que le habian intentado robar hacia ya unos dias. El lugar tenia gente de todo tipo y razas, jovenes, viejos, grandes, pequeños, etc, un lugar tan ruidoso despues de tanta paz era lo que el nesecitaba para poder quitarse de encima toda esa pereza que tenia encima.

Entre las cosas que llevaba se dio cuenta que una de ellas se parecia demasiado a su gema y saco ambas para compararlas, preguntandose si alguien la habia arrebatado de una de las tumbas de sus compañeros caidos. Mientras caminaba y comparaba, no dejaba de estar alerta por si algun ladronzuelo trataba de arrebatarle sus pertenencias, por esos lugares abundaban, sobre todo cuando veian a algun incauto. Sin parar de analizar, ya no sabia a donde le llevaban sus pasos.

La arpia observo un viajero bastante cerca de alli. Estaba a una distancia de dos kilometros pero las arpias y los seres que no tenian alas eso era relativamente cerca, mas para un humano seguramente que no.

Sus ojos se clavaron en ese hombre por unos segundos mas hasta que finalmente tomo la decicion de acercarsele. Se levanto de su lugar y sus alas se expandieron otra vez mas para luego lanzarse hacia adelante y comenzar a volar hacia el. El viento estaba calmo y el sol algo fuerte; por suerte no tenia competencia con otras arpias cercanas asi que tenia un buen motin a la vista.

Alesha se acerco al hombre y a una distancia de 5 metros sobre su cabeza revoloteo dando dos vueltas para luego aterrizar enfrente de el. Tenia su arpon en la espalda y su pistolon en la cintura. Este ultimo no sabia muy bien como usarlo pero su culata era buena para dar porrazos.

-Hola viajero ¿que llevas alli? joyas preciosas? de verdad nececitas de ambas?...-

Asi la arpia le hablo acercandosele mas aun, pero su mirada no estaba precisamente fija en el, sino en sus pertenencias. Si bien Alesha era bastante "limpia" que una arpia normal, Su olor a pescado podia sentirselo hasta un humano.

Un olor a pescado le invadio en la nariz, y por reflejo se giro tranquilamente a la fuente de ese olor, tapandose la nariz con parte del pañuelo de su cabeza y en la otra mano todavia sosteniendo las dos joyas, vio al cielo y se dio cuenta de la procedencia. Era una Arpia que empezo a volar encima suya y en ese momento callo en la cuenta de que estaba en ninguna parte y sostenia todavia las joyas en su mano

-Genial... ahora a lidiar con esto.. pero.. -la miro extrañado. Se encontraba sola y no la acompañaba ningun grupo, lo que le resulto algo raro en una raza cobarde como esa, pero cayo en la cuenta de que ya por su aspecto parecia un humano desarmado y con solo un pantalon- Logico... -penso-

Antes de que pudiera detenerse cayo delante suya y se puso a preguntarle por sus joyas y casi parecia pedirle que se las diera. La miro de arriba a abajo un momento y le parecio bastante linda comparada con las arpias que normalmente habia tenido que lidiar, pero eso no quitaba que era una arpia. En ese momento se dio cuenta que ella no sabia que era y sonrio fugazmente, esto le vendria bien para entrenarse asi que decidio seguir el papel de humano debil y asustadizo, retrocediendo un poco dubitativamente cuando ella se acerco.

-Si, las nesecito a ambas -contesto temerosamente mientras aun sostenia el pañuelo en la nariz- ¿Puedo continuar mi viaje ahora? -pregunto y mientras seguia caminando para atras lentamente, se fijo que ella miraba mayoritariamente las joyas en su mano-

La arpia fruncio el ceño un poco ofendida ante el gesto de taparse la nariz con un pañuelo. Para ella estaba limpia y en la comuna de arpias los olores a mugre y suciedad indicaban el status social de cada arpia. Las mas viejas eran 10 veces mas olorosas que ella y 100 veces mas que una bebe. Dependiendo tambien del viento ese olor a veces se podia sentir hasta 1km a la distancia.

-Son realmente preciosas, en mi coleccion no tengo de esas- Al terminar su respuesta se hizo a la derecha del joven dejandolo pasar pero siguiendolo a su costado como un cuervo a una vaca flaca. El olor se hizo menos intenso al estar a su costado mas no se le iba a escapar asinomas.

-Continue caballero, yo voy en esa misma direccion, supongo que no le molestara que lo acompañe- Hablo con media sonrisa en su rostro mientras sacaba una bolsita de cuerpo con "aparentemente" monedas de plata en su interior.

-Y como estamos en tierras mercantes...no quiere vender alguna sus piedras? Aqui tengo bastantes monedas mire...- Agito la bolsita casi enfrente de su cara sacando dos moneditas de su interior. Sin embargo el saco solo tenia trocitos de metal inservible y tan solo dos o tres moneditas de plata: Un viejo truco de ladrones y Embaucadores.

Se fijo como le molesto el verle tapado, parece ser que no le gusto el gesto, así que se lo soltó cuando empezó a caminar con esa chica al lado, a veces odiaba tener un olfato refinado, puesto que a veces venia bien, pero otras veces solo le traía problemas, así que simplemente se mentalizo un poco para ignorar a su olfato. Siguió caminando ya sin mirar las joyas todavía en su mano, escuchando a esa chica, ofreciendo acompañarle, halagando a sus joyas y finalmente ofreciendo comprárselas.

Miro la bolsa que sacaba y como le ofrecía plata a cambio de sus joyas, sonriéndole como si buscara simpatizarle, pero si de algo pecaba Neltharion era de viejo, y de que ya conocía bastantes trucos de esos. Volvió a dirigir la mirada a su joya y esa otra pieza que era prácticamente igual y se termino dando cuenta de que no sabia ahora cual era la suya y cual la otra, tampoco se podía arriesgar a ver cual funcionaba, por que sabia que se quedaría dormido al instante, pero al instante recordó las otras joyas que llevaba entre sus cosas y metió ambas piezas ahí y saco otras diferentes pero no menos hermosas

-¿Estas interesada en comprarme estas cosas que tengo? -dijo sin detenerse y mostrándole las dos joyas, una esmeralda y un zafiro, incrustada en una pequeña figura y en un medallón- Mmm... No me interesa el dinero... pensaba cambiarlas por algo que me fuera de utilidad... -mintió sin dejar de actuar en su papel, mostrando seguridad en sus palabras- El dinero me parece algo banal... -No queria que se encaprichara con ninguna de las joyas que estaba viendo o la cosa cambiaria